LOS SALMOS




Salmos 91

El que habita al abrigo de Elyón Morará bajo la sombra de El Shadday.
Diré yo a Yahvé: ¡Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios en quien confío!
Él te librará del lazo del pajarero, De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá Y debajo de sus alas hallarás refugio, Escudo y adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,
Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra, Pero a ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás, Y verás la paga de los impíos.
Por cuanto has puesto a Yahvé, que es mi refugio, A Elyón, por habitación tuya,
No te sobrevendrá mal, Ni plaga alguna tocará tu morada,
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos, Sobre las palmas te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra,
Sobre el león y el áspid pisarás, Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su amor, Yo también lo libraré, Lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi Nombre.
Me invocará y Yo le responderé, Con él estaré en la angustia, Lo libraré y lo glorificaré,
Lo saciaré de larga vida, Y haré que vea mi salvación.

Salmos 59

¡Oh Dios mío, líbrame de mis enemigos! Ponme en lo alto, lejos de los que se levantan contra mí.
Líbrame de los que hacen iniquidad, Y sálvame de hombres sanguinarios.
Porque he aquí han puesto emboscada a mi vida, Hombres fieros se conjuran contra mí, No por trasgresión o por pecado mío, ¡oh Yahvé!
Sin culpa mía corren y se aprestan. Despierta, ven a mi encuentro, y mira,
Tú, Yahvé Elohim Sebaot, Dios de Israel: ¡Despierta para castigar a todos los gentiles! No tengas misericordia de ningún inicuo traidor.
Vuelven al anochecer, Aullando como perros, rondan la ciudad.
He aquí, se jactan con su boca, Y en sus labios hay puñales, y dicen: ¿Quién nos oye? Oh Yahvé, Tú te reirás de ellos, te burlarás de todos los gentiles.
¡Oh Fuerza mía, en ti espero! ¡Elohim es mi baluarte!
Mi Dios, con su clemencia, acudirá a mi encuentro, Elohim hará que impasible vea a mis adversarios.
¡No los mates, no sea que mi pueblo olvide! ¡Dispérsalos con tu poder y humíllalos, oh Adonay, escudo nuestro!
El pecado de su boca es la palabra de sus labios, Sean pues apresados en su soberbia, Por las mentiras y maldiciones que han proferido.
¡Acábalos en indignación, acábalos para que no sean más, Y sépase hasta los confines de la tierra Que Elohim gobierna en Jacob!
¡Vuelvan al anochecer y aúllen como perros rondando la ciudad!
¡Vaguen buscando qué comer y en toda la noche no se sacien y gruñan! Pero yo cantaré de tu poder, Aclamaré de mañana tu misericordia, Porque fuiste mi alto refugio y amparo en el día de mi angustia.
¡Oh fuerza mía, te cantaré salmos! Porque Tú, oh Elohim, eres mi alto refugio, Y el Dios de mi misericordia.

Salmos 140

¡Líbrame, oh Yahvé, del malvado, Y guárdame del violento! Quienes maquinan males en su corazón, Y cada día provocan contiendas, Aguzan su lengua como serpiente, Veneno de víbora hay debajo de sus labios.
Defiéndeme, oh Yahvé, de la mano perversa, Guárdame de los hombres violentos, Que planean trastornar mis pasos.
Soberbios que me esconden trampa, que me tienden lazos, Junto al sendero han puesto la trampa.
Digo a Yahvé: Tú eres mi Dios, Oye, oh Yahvé, la voz de mis súplicas.
Oh Yahvé Adonay, fortaleza de mi salvación, Que cubres mi cabeza en el día de las armas.
No concedas, oh Yahvé, los deseos del impío, No permitas que sus designios salgan adelante, ¡no se exalten!
En cuanto a los que por todas partes me rodean, La malicia de sus propios labios cubrirá sus cabezas.
Carbones encendidos caerán sobre ellos: Serán echados al fuego en abismos profundos, De donde no se levantarán.
El hombre de mala° lengua no se afianzará en la tierra, Y el mal perseguirá al varón violento.
Yo sé que Yahvé tomará a cargo suyo la causa del afligido, Y el derecho de los pobres.
Ciertamente los justos darán gracias a tu Nombre, Los rectos morarán en tu presencia.

Salmos 143

¡Oh Yahvé, escucha mi oración! Por tu fidelidad atiende a mi súplica, Por tu justicia, respóndeme.
No entres en juicio con tu siervo, Porque ningún viviente podrá justificarse delante de ti.
El enemigo persiguió mi alma, Ha postrado mi vida contra el suelo, Me ha hecho habitar en tinieblas, como los que hace tiempo han muerto.
Por tanto mi espíritu desfallece dentro de mí, Mi corazón está desolado.
Me acordé de los días de antaño, Medito en todas tus acciones, Reflexiono sobre la obra de tus manos.
A ti alzo mis manos, Mi alma te anhela como la tierra sedienta.
Oh Yahvé, respóndeme pronto, porque mi espíritu desfallece, No escondas de mí tu rostro, De modo que yo sea como los que bajan al sepulcro.
Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti confío; Hazme saber el camino por el que debo andar, porque a ti elevo mi alma.
Oh Yahvé, líbrame de mis enemigos, Junto a ti me refugio.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios, Tu buen Espíritu me guíe por tierra llana.
Vivifícame, oh Yahvé, por amor a tu Nombre, Por tu justicia saca mi alma de la angustia,
Por tu misericordia silencia a mis adversarios; Destruye a todos los enemigos de mi alma, porque yo soy tu siervo.

Salmos 35

¡Oh Yahvé, contiende con los que contienden contra mí! ¡Pelea contra los que me combaten!
¡Echa mano del escudo y del broquel, Y levántate en mi ayuda!
Saca la lanza y cierra el paso a mis perseguidores. Di a mi alma: ¡Yo soy tu victoria!
Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida, Sean vueltos atrás y confundidos los que intentan mi mal,
Sean como la paja al viento, Y acóselos el ángel de Yahvé;
Sea su camino tenebroso y resbaladizo, Y el ángel de Yahvé los persiga;
Porque sin causa me tendieron su red, Sin motivo cavaron fosa para mi alma.
Véngale la destrucción inesperada; Préndalo la red que él mismo puso, y caiga en ella con quebranto.
Mi alma se deleitará en Yahvé, Se regocijará en su salvación.
Todos mis huesos dirán: Oh Yahvé, ¿quién como Tú, Que libras al débil del que es más fuerte que él, Y al pobre y menesteroso del que lo despoja?
Se levantan testigos falsos; De lo que no sé me preguntan.
Me devuelven mal por bien, Causando desolación a mi alma,
Yo en cambio, estando ellos enfermos, me vestía de cilicio, Y afligía mi alma con ayuno, Hasta que mi súplica a favor de ellos me era concedida.
Como por mi compañero, como por mi hermano actuaba; Como el que llora por su madre, afligido me humillaba.
Pero ellos, en mi adversidad se alegran, y se juntan contra mí con otros, a quienes no conozco, y no cesan de hostigarme.
Se mofan de mí con las burlas más profanas, Y sobre mí hacen rechinar sus dientes.
Oh Adonay, ¿hasta cuándo seguirás mirando esto? ¡Libra mi vida de sus destrucciones, Mi alma solitaria de los leones!
Yo te daré gracias ante la gran congregación, Te alabaré entre un pueblo numeroso.
No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, Ni guiñen el ojo los que me aborrecen sin causa.
Por cuanto no hablan de paz, Sino que contra los mansos de la tierra, Inventan palabras calumniosas.
Ensanchan su boca contra mí, diciendo: ¡Ea, nuestros ojos lo están viendo! ¡Oh Yahvé, Tú también lo estás viendo: ¡No calles! ¡Oh Adonay, no estés lejos de mí!
¡Despierta y alértate a mi defensa, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa!
Júzgame conforme a tu justicia, oh Yahvé Dios mío, Y no se alegren ellos a costa mía.
No digan satisfechos: ¡He aquí nuestro deseo! No digan: ¡Lo hemos devorado! Sean avergonzados y abochornados a una los que se alegran de mi mal, Vístanse de vergüenza y confusión los que se engrandecen contra mí.
Canten de júbilo y alégrense los que se deleitan en mi justicia, Y digan siempre: ¡Engrandecido sea Yahvé, Que se complace en la prosperidad de su siervo! Y mi lengua hablará de tu justicia, Y de tu alabanza todo el día.

Salmos 68

¡Levántese Elohim y sean esparcidos sus enemigos! ¡Huyan de su presencia quienes lo aborrecen!
¡Disípense como se disipa el humo! Como la cera se derrite ante el fuego, Así perezcan los malvados ante la presencia de Dios.
Pero regocíjense los justos, Y sean exaltados ante Elohim, ¡Sí, salten de alegría! Cantad a Elohim, Cantad salmos a su Nombre. Preparad camino al que cabalga las nubes. ¡YAH es su nombre! ¡Regocijaos en su presencia!
Padre de huérfanos y protector de viudas, Es Elohim en la morada de su Santuario.
El Dios que hace habitar en familia a los desamparados, Que saca los cautivos a prosperidad, Y los rebeldes quedan solos en la tierra seca.
Oh Elohim, cuando salías al frente de tu pueblo, Cuando avanzabas por el desierto,
La tierra tembló y los cielos diluviaron ante el Dios del Sinay, Ante la presencia de Elohim, el Dios de Israel.
Una lluvia generosa derramaste, oh Elohim; Tú reanimaste tu heredad exhausta, Los que son de tu grey han morado en ella, La que en tu bondad, oh Elohim, has provisto al pobre.
Adonay da la orden: ¡Las que dan buenas noticias son multitud!
Reyes y ejércitos huyen precipitadamente, Y la que se queda en casa reparte despojos.
Mientras dormís entre los apriscos, Las alas de la paloma se cubren de plata, Y el oro refulge en sus plumas.
Cuando El-Shadday desbarataba a los reyes, Una nieve blanca caía en el Valle de la Oscuridad.
Monte de Dios es el monte de Basán; Monte alto el de Basán.
¿Por qué, oh montes altos, miráis con envidia, Al monte que Elohim escogió para su morada? Ciertamente Yahvé habitará en él para siempre.
Los carros de Dios son miríadas, y millares de millares, Desde el Sinay Adonay avanza entre ellos al Santuario.
Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones y los diste a los hombres, incluso a los rebeldes, Para habitar entre ellos, ¡oh YAH Elohim! ¡Bendito sea Adonay! ¡Día tras día lleva nuestra carga el Dios de nuestra salvación!
Elohim es para nosotros el Dios Salvador, De Yahvé Adonay es el librar de la muerte.
Ciertamente Elohim herirá la cabeza de sus enemigos, La testa cabelluda del que ufano se pasea entre sus pecados.
Adonay ha dicho: De Basán los haré volver, Los haré volver de las honduras del mar,
Para que tu pie los aplaste en sangre, Y la lengua de tus perros tenga la porción de tus enemigos.
¡Aparece tu cortejo, oh Elohim! El cortejo de mi Dios y Rey hacia el Santuario.
Los cantores van delante, y los músicos detrás, En medio de doncellas que tocan panderetas.
¡Bendecid a Elohim en las congregaciones, A Yahvé, los que sois de la estirpe de Israel!
Allí acaudilla Benjamín, el más pequeño, A los príncipes de Judá con su multitud; A los príncipes de Zabulón, A los príncipes de Neftalí.
Tu Dios ha ordenado tu fuerza. ¡Oh Elohim, confirma lo que has hecho por nosotros!
A causa de tu templo en Jerusalem, los reyes te traerán tributo.
Reprende las bestias de las cañadas, La manada de toros, con los becerros de los pueblos, Que pisotean las piezas de plata. ¡Esparce a las naciones que se complacen en la guerra!
Príncipes vendrán de Egipto, Etiopía se apresurará a extender sus manos a Elohim.
¡Oh reinos de la tierra, cantad a Elohim, Cantad salmos a Adonay!
Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, Que son desde la antigüedad, ¡Mirad! Él emite su voz, su poderosa voz.
¡Reconoced el poder de Dios! ¡Sea sobre Israel su magnificencia, Y su poder en los cielos!
¡Oh Elohim, Tú eres formidable desde tus Santuarios! El Dios de Israel es quien da vigor y poder a su pueblo. ¡Bendito sea Elohim!

Salmos 29

¡Tributad a Yahvé, oh seres celestiales, Tributad a Yahvé la gloria y la fortaleza!
¡Tributad a Yahvé la gloria debida a su Nombre! ¡Postraos ante Yahvé en el esplendor de la santidad!
Voz de Yahvé sobre las aguas: ¡El Dios de gloria ha tronado! ¡Es Yahvé sobre las grandes aguas!
La voz de Yahvé es poderosa, La voz de Yahvé es majestuosa.
La voz de Yahvé quebranta los cedros, Sí, Yahvé tritura los cedros del Líbano.
Hace saltar al Líbano como a un becerro, Y al Sirión como a crías de toros salvajes.
La voz de Yahvé arranca llamas de fuego.
La voz de Yahvé estremece el desierto. Yahvé sacude al desierto de Cades.
La voz de Yahvé hace parir las ciervas, y desnuda los bosques. Y en su Casa todo dice: ¡Gloria!
Yahvé preside en el diluvio, Yahvé se sienta como Rey para siempre.
Yahvé dará fuerza a su pueblo, Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.

Salmos 113

¡Aleluya! ¡Alabad, siervos de Yahvé, Alabad el nombre de Yahvé!
¡Bendito sea el nombre de Yahvé Desde ahora y para siempre!
Desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, Sea alabado el nombre de Yahvé.
Yahvé se eleva sobre todas las naciones, Y sobre los cielos su gloria.
¿Quién como Yahvé nuestro Dios, Entronizado en las alturas,
Que se rebaja para mirar En los cielos y en la tierra?
Que levanta del polvo al pobre, Que saca del basurero al miserable,
Para hacerlos sentar con los príncipes, Con los príncipes de su pueblo.
Que hace sentar en familia a la estéril, Gozosa en ser madre de hijos.
¡Aleluya!

Salmos 109

¡Oh Dios de mi alabanza, no ensordezcas!
Porque una boca malvada y una boca engañosa se ha abierto contra mí; Han hablado de mí con lengua mentirosa.
Con palabras de odio me han rodeado, Y pelearon contra mí sin causa.
En pago de mi amor me son adversarios, Aunque yo oraba.
Me devuelven mal por bien, Y odio por mi amor, diciendo:
¡Levanta sobre él al impío, Y sea Satanás a su diestra!
¡Salga culpable cuando sea juzgado, Y conviértase su oración en pecado! ¡Sean pocos sus días, Y tome otro su oficio!
¡Sean sus hijos huérfanos, Y su mujer viuda!
¡Vaguen errantes sus hijos y mendiguen, Y busquen su pan expulsados de sus ruinas!
¡Apodérense usureros de todo lo que tiene, Y extraños saqueen su trabajo!
No tenga quien le haga misericordia, Ni haya quien se compadezca de sus huérfanos.
¡Sea exterminada su posteridad! ¡Sea su nombre borrado en la segunda generación!
Venga en memoria ante Yahvé la iniquidad de sus padres, Y no sea borrado el pecado de su madre;
Estén siempre delante de Yahvé, Para que Él corte de la tierra su memoria, Por cuanto no se acordó de hacer misericordia, Sino que persiguió al hombre afligido y menesteroso, Al quebrantado de corazón, para darle muerte.
Amó la maldición, y ésta le sobrevino, Rehusó la bendición, y ella se alejó de él.
Como de su manto, se vistió de maldición, Y ella entró como agua en sus entrañas, Como aceite en sus huesos.
¡Séale cual vestido que lo cubra, Y como cinto que lo ciña siempre!
Así pague Yahvé a los que me acusan, A los que dicen mal contra mi alma.
Tú, en cambio, oh Yahvé, Señor mío, Trata conmigo por amor de tu Nombre, Líbrame, porque tu misericordia es buena.
Porque yo estoy afligido y necesitado, Y mi corazón está herido dentro de mí.
Voy pasando cual sombra que declina, Me sacuden como a la langosta.
Se me doblan las rodillas a causa del ayuno, Y mi carne desfallece por falta de gordura.
Soy la burla de ellos, Me miran, y menean la cabeza.
¡Ayúdame Yahvé Dios mío! ¡Sálvame conforme a tu misericordia!
Entiendan que ésta es tu mano, Que Tú, oh Yahvé, has hecho esto.
Maldigan ellos, pero Tú bendice, Se han levantado, pero serán avergonzados, Y tu siervo se alegrará.
Mis acusadores serán vestidos de infamia, Y la confusión los envolverá como un manto.
Daré gracias a Yahvé en gran manera con mi boca, En medio de muchos lo alabaré,
Porque Él se puso a la diestra del pobre, Para salvar su alma de los que lo juzgan.

Salmos 105

¡Alabad a Yahvé, e invocad su Nombre! Dad a conocer sus obras entre los pueblos.
¡Cantadle, entonadle salmos! Meditad en todas sus maravillas.
Gloriaos en su santo Nombre, Alégrese el corazón de los que buscan a Yahvé.
Buscad a Yahvé y su poder, Buscad siempre su rostro.
Recordad las maravillas que Él hizo, De sus prodigios y de los juicios de su boca, ¡Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, su escogido! Él es Yahvé nuestro Dios, En toda la tierra están sus juicios.
Se acordó para siempre de su pacto, De la promesa que ordenó para mil generaciones,
Pacto que hizo con Abraham, Y su juramento a Isaac,
Que estableció a Jacob por decreto, A Israel por alianza sempiterna,
Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán, Como porción de vuestra heredad.
Cuando ellos eran unos pocos mortales, Muy pocos, y forasteros en ella,
Pues vagaban de nación en nación, Y de un reino a otro pueblo,
No permitió que hombre alguno les hiciera agravio, Y por su causa reprendió a reyes, diciendo:
No toquéis a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.
Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan.
Envió un varón delante de ellos, A José, vendido como esclavo.
Afligieron sus pies con grilletes En hierro fue puesta su alma,
Hasta que se cumplió su predicción, El vaticinio de Yahvé lo puso a prueba.
El rey envió y lo soltó, El soberano le abrió la prisión.
Lo puso por señor de su casa, Y por gobernador de todas sus posesiones,
Para que disciplinara a sus príncipes como él quisiera, E hiciera sabios a sus ancianos.
Después entró Israel en Egipto, Y Jacob peregrinó en la tierra de Cam.
Hizo que su pueblo fuera muy fecundo, Y los hizo más fuertes que sus adversarios.
Cambió el corazón de ellos para que aborrecieran a su pueblo, Para que obraran astutamente contra sus siervos.
Envió a Moisés su siervo, Y a Aarón, al cual había escogido.
Por medio de ellos manifestó las palabras de sus señales, Y sus maravillas en la tierra de Cam.
Envió tinieblas, y trajo oscuridad, Sin embargo, se rebelaron contra sus palabras.
Volvió sus aguas en sangre, E hizo morir sus peces.
Pululó su tierra de ranas, Hasta en las alcobas de sus reyes.
Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todo su territorio.
Les dio granizo por lluvia, Y llamas de fuego en su tierra.
Arrasó sus viñas y sus higueras, Y destrozó los árboles de su territorio.
Habló, y vinieron langostas Y saltamontes sin número,
Que devoraron toda la hierba en su tierra, Y se comieron el fruto de su suelo.
Golpeó también a todo primogénito en su tierra, Las primicias de todo su vigor viril.
Los sacó con plata y oro, Y entre sus tribus no hubo quien tropezara.
Egipto se alegró de que salieran, Porque su terror había caído sobre ellos.
Extendió una nube por cubierta, Y fuego para alumbrar la noche.
Pidieron, e hizo venir codornices, Y los sació de pan del cielo.
Abrió la roca, y brotaron aguas, Corrieron por los sequedales como un río.
Porque se acordó de su santa Palabra Dada a Abraham su siervo.
Sacó, pues, a su pueblo con gozo, Con cánticos de júbilo a sus escogidos,
Y les dio las tierras de las naciones, Y tomaron posesión del fruto del trabajo de los pueblos, Para que guardaran sus estatutos, Y observaran sus leyes. ¡Aleluya!




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